Este fue un matrimonio igual que el de cualquier humano. Con un macho-hombre que vivía por su familia y su pareja. Un macho tranquilo, jubilado, retirado de la actividad y decidido a descansar y disfrutar de su vida junto a sus padres.
Ella, una hembra-mujer, histérica, mandona, bien rompebolas, celosa, y demandante de atención las 24 horas del día, pero negada al tener relaciones sexuales.
Se comprobó, fehacientemente, el famoso dicho, que los animales, son iguales a sus amos.
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